Ciudad de México, Hotel Barceló — Desde temprano, los pasillos del hotel se llenaron de voces, abrazos y miradas inquisitivas. Militantes, gobernadores, senadores y cuadros distinguidos del movimiento guinda se dieron cita en la VIII Sesión del Consejo Nacional Extraordinario de Morena, en un ambiente que oscilaba entre la celebración y la expectativa por lo que está por venir.
El corazón del movimiento palpitaba fuerte. En medio de la euforia partidista y las banderas ondeando al ritmo de consignas, se abrió paso Alfonso Durazo Montaño, presidente del Consejo Nacional y gobernador de Sonora. Junto a él, figuras esenciales del obradorismo: Adán Augusto López Hernández, Gerardo Fernández Noroña, Clara Brugada, Mara Lezama, Marina del Pilar y una decena de gobernadores que llegaron a refrendar el compromiso con la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación.
Pero fue la entrada de Adán Augusto la que rompió el protocolo. Rodeado de cámaras, teléfonos y cuestionamientos, el exsecretario de Gobernación caminó entre gritos de apoyo:
“¡No estás solo, no estás solo!”, coreó la militancia con una fuerza que contrastaba con la polémica mediática que lo antecedía.
Mientras algunos intentaban arrancarle declaraciones sobre el caso de Hernán Bermúdez, su exsecretario de Seguridad en Tabasco, Adán Augusto prefirió avanzar sin detenerse demasiado. Su respuesta fue breve:
"Lo que tenía que decir, ya lo informé. Hay mucha politiquería en todo esto."
La sesión formal comenzó con un mensaje claro desde la dirigencia: blindar al partido. Desde el podio, Luisa María Alcalde, presidenta nacional de Morena, habló de ética, de principios y de regresar al origen. A su lado, Durazo reforzó el discurso:
“Morena no puede permitir infiltraciones ni entregarse al oportunismo. Que quien llegue, lo haga por convicción, no por cálculo.”
Los aplausos no tardaron en replicarse, aunque entre líneas se notaba también el reacomodo, el llamado al orden interno y el recordatorio de que no todos tienen asegurado su lugar en la nueva etapa que lidera Claudia Sheinbaum.
Durante los recesos, los pasillos se convirtieron en escenarios de negociaciones discretas, saludos con trasfondo, y uno que otro gesto tenso entre actores que saben que el 2027 y el 2030 ya están en juego. Nadie lo decía abiertamente, pero todos lo sabían: el ajedrez ha comenzado a moverse.
Al final de la jornada, más allá de los discursos, quedó claro que Morena busca más que cohesión: busca purga, rumbo y renovación. Y en ese intento, algunos serán abrazados... y otros, dejados fuera del tablero.
Así se vivió una jornada más de definiciones y silencios que hablan. Morena sigue de pie. Pero también en transformación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario